"In memoriam" Un homenaje al legado de los magistrados de la Corte Constitucional

427 Un homenaje al legado de los magistrados de la Corte Constitucional CONTENIDO me preguntaba siempre en los momentos más inesperados del día), adivinamos, de espaldas al mapamundi del comedor, dónde estaban los países más raros, jugamos a tirarnos popó de vaca seco cuando íbamos a Sopó, a mil carreras con reglas distintas, y a hacer todo tipo de shows efímeros. Nunca nos castigó ni nos dio recompensas. Él no creía en ese método. Era humanista , y aunque se burlaba un poco de sí mismo al decirlo, lo era de verdad. No nos castigó de ninguna manera, ni con su silencio. Si algo le dolía (como la vez que me pilló fumando cigarrillo), se lo ca- llaba para cuando pudiéramos hablarlo con calma, entre papá (nunca amigo, insistía) e hija. Ni en las peores cagadas 2 adolescentes nos castigó. Nos llamaba al diálogo, a que reflexionáramos, a que no mintiéramos y a que supiéra- mos qué cosas eran parte de nuestra intimidad. ¿Reglas? Muy pocas. De hecho, ese fue nuestra tarea: algunas perso- nas deben luchar a lo largo de su vida para liberarse de unos límites impuestos; nosotras tuvimos que entender cómo armarnos los nues- tros. Yo cambié seis veces de carrera sin ningún reproche de su parte, solo con sentadas a hablar largamente para ver si descubríamos qué quería yo. Exploré sexo, drogas, pude dudar de todo. Mi hermana y yo llegamos con piercings, cortes y colores de pelo dementes, con nocio- nes del amor abiertas que él defendió (aunque la estética punk nunca le gustó). Viajé por parques naturales y zonas rurales que a tantos papás asustaban por la situación del país, y aunque yo tuviera tan solo 19 años y fuera mujer, mi papá nunca dudó de que debería hacerlo. Nos enseñaron a vivir en una vida compleja, centrándonos siempre en nosotras y nuestra capacidad de escoger. “Eres libre de tus actos y esclava de sus consecuencias”, proponía esta frase tan macabra como una regla de libertad. Papá confiaba en la gente, y confió en nosotras. Confió en que yo sal- dría de mi depresión adolescente, con ayuda, pero saldría. Confió en 2 Las groserías hacían parte de su vida, y le daban fuerza a su espontaneidad… Yo tampoco he querido hacer esfuerzos por borrarlas de mi vocabulario, ni en los espacios más formales.

RkJQdWJsaXNoZXIy NzAxMjQz