"In memoriam" Un homenaje al legado de los magistrados de la Corte Constitucional
423 Un homenaje al legado de los magistrados de la Corte Constitucional CONTENIDO “Es que la señora está angustiada porque no sabe si ser abstracta o fi- gurativa”, me dijo un día imitando una voz de señora ridícula. Me quitó la angustia inmediatamente. Un día en París me enamoré de una pinta gris-verde en una vitrina, cosa que no pasaba nunca. Sacó una plata grande de la beca que le daba el Externado y me la dio para que me lo comprara. En un baño público me la robaron y llegué llorando a la casa: “¡Más se perdió en la guerra!”, me contestó. Era muy generoso con su plata y con su tiempo. Amiguero, adoró a sus muchos amigos. Y familiar, siempre tuvo tiempo para su familia, y también para la mía. Tenía una relación particularmente estrecha con su mamá, le escribía unas cartas detalladísimas que están rigurosa- mente ordenadas aún hoy en día en la finca. Oscar, su hermano, me recordó una entrevista con Yamid Amat, de esas que hay que respon- der solo una palabra y sin dudarlo: —¿Cali o América? —Cali. —¿Mamá o papá? — Mamá (menos mal Oscar-papá ya estaba muerto). Nunca me reprochó mi falta de interés por la política ni que yo ma- nifestara la brillante idea de ponerle una bomba a la guerrilla. Fue amigo de conservadores y liberales, religiosos y ateos. Era tolerante. Le tocó aguantarse mi mugre y mi caos, que no es cualquier cosa. Era vivir con una pintora que trabaja en su casa, mancha todo y, además, no se quiere ocupar de las cuentas. Lo cómico casi siempre fue espontáneo en él. Cuando vivíamos en Montpellier, teníamos un comedor desvencijado. Cuando vino Jaime Klahr, un amigo, con su familia a visitarnos, se sentó en la cabecera, que se rompió estrepitosamente, y Klahr terminó en el piso. Exclamación única de Juanca: “¡Uf…menos mal no fue Hinestrosa!”.
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