"In memoriam" Un homenaje al legado de los magistrados de la Corte Constitucional

422 ‘In memoriam’ Juan Carlos Henao Pérez CONTENIDO Se le midió a la maestría y al doctorado en Francia, y creo que hizo un récord en demorarse escribiendo la tesis: diecisiete años. Hasta una apuesta hubo con respecto a esa tesis, que ganó por un pelo (fue dudoso ese triunfo). Mientras la escribía, se jubiló su director de te- sis, Mr. Moreau, y la relación entre ellos pasó a ser una amistad muy cálida. Durante este tiempo, viajábamos entre a Francia y Colombia frecuentemente, y él desempeñaba algún cargo. Se le midió a dar una conferencia en inglés y lo hablaba fatal. Era en Estados Unidos, no me acuerdo dónde. Lo hizo medio de memoria, y los días anteriores yo le corregía lo que podía, pero se volvía a equi- vocar en lo mismo. Cuando se terminó, le preguntaron algo que por falta del lenguaje no supo contestar, se disculpó de su inglés y siguió diciendo sí a todo. No se traumatizó. Yo la sufrí. Creía en la humanidad, aun entendiendo la gravedad del cambio cli- mático, que de un tiempo para acá se me ha convertido en mi nuevo tormento. Estaba convencido de que el ser humano encontraría solu- ciones, y no estaba tan equivocado. Si entiendo bien, ya remendaron el hueco de la capa de ozono, aunque no veo muy claro cómo van a detener el calentamiento y sus catástrofes. Tocará seguir creyendo, al menos para que su filosofía de vida me siga sirviendo de lámpara. “Vístete despacio si estás de prisa”, me repetía. “Del afán no queda si no el cansancio”. Pilo y tranquilo al mismo tiempo, no quiso nunca renunciar a la siesta, casi siempre larga. Meditación criolla, le llamaba. Entre la siesta, la familia, la academia, los amigos y la rumba encontraba su equilibrio. Yo pintaba todo el día y él trabajaba en su escritorio. Se me venía en- cima el mundo cuando no lograba resolver un cuadro. “¡Ponéle un florero!”. Santo remedio. ¡Funcionaba! Si no era el florero lo que necesitaba, era su actitud y su burla lo que aligeraba todo.