"In memoriam" Un homenaje al legado de los magistrados de la Corte Constitucional
403 Un homenaje al legado de los magistrados de la Corte Constitucional CONTENIDO protagónico a los jueces constitucionales en la solución de problemá- ticas que tocaban a los colombianos. Las sentencias de la Corte, por vía de la acción de inconstitucionalidad, como de revisión de fallos de tutela, había acercado a la ciudadanía a la Constitución y sembrado la esperanza de una nueva época. Las organizaciones sociales y las minorías encontraron un espacio propicio para que se escuchara su voz y pudieran hacer realidad sus aspiraciones, e impulsó reformas de la organización estatal en aras del cumplimiento de sus finalidades y deberes constitucionales. Las innovaciones introducidas por la jurisprudencia de la Corte Cons- titucional planteaban intensas discusiones jurídicas y posturas enfren- tadas en torno a lo que se denominaba como el “nuevo derecho”, que despertaron el entusiasmo de un sector de la academia, de juristas y abogados litigantes, pero también la crítica y resistencia de otro sec- tor a la “constitucionalización del derecho” por el riesgo que, en su opinión, representaba para la seguridad jurídica. En los últimos años se habían presentado varios proyectos de reforma a la acción de tutela e incluso a la Corte Constitucional que no prosperaron. En algunos temas, se produjo el enfrentamiento que la prensa llamó “choque de trenes” entre el tribunal constitucional, la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado. En 2001, la expectativa sobre el curso futuro de la justicia constitucional, por parte las autoridades, diversos sectores y de la ciudadanía en general era grande, ante la terminación del perío- do de la mayoría de los magistrados de ese tribunal. El 1º de marzo de 2001, comenzaba un segundo periplo de la Corte Constitucional, con siete nuevos magistrados que representaban la renovación en casi en un ochenta por ciento de sus integrantes. Uno de ellos, el doctor Mar- co Gerardo Monroy Cabra. Escribir una semblanza de un personaje con la dimensión, trayectoria y versación universal que ostentó resulta abrumador. Qué puede de- cirse sobre Marco Gerardo Monroy que no se haya dicho, y de manera magistral, por la academia de todas las latitudes, sus alumnos de va- rias generaciones, los gobiernos de las últimas décadas, los organis- mos internacionales, los editores de su magnífica bibliografía y sus colegas. Por ello, y aún con el riesgo de no hacer justicia a su nombre, esta semblanza se limitará a la de juez constitucional, de modo que
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