"In memoriam" Un homenaje al legado de los magistrados de la Corte Constitucional

375 Un homenaje al legado de los magistrados de la Corte Constitucional CONTENIDO mejor padre. Desde muy temprana edad nos llevó a mi hermano y a mí al Estadio Nemesio Camacho El Campín para ver a Millonarios. Seguimos visitando juntos el recinto deportivo por muchos años, lo cual le encantaba y disfrutaba de manera particular. Cuando yo era muy niño, su mayor gusto era, también, llevarnos a mi hermano y a mí a jugar fútbol al parque. Un día le entregó la camiseta azul con el escudo, de Millonarios, el equipo de sus amores, a mi her- mano Maco, y a mí, la casaca roja con la respectiva insignia de Santa Fe. Ese reparto de indumentaria definió el gusto futbolístico de mi hermano y mío para el resto de nuestras vidas. Más adelante, cuando terminé mi carrera, nos inspiró, a mi hermano y a mí, a optar por la rama del derecho y la gestión ambiental, con lo cual evidenció otra cualidad que le lucía sobremanera: la de ser un visionario. Era a comienzos de los años noventa, cuando el tema ambiental no presentaba el avance tan relevante y prioritario que hoy presenta. Ese consejo, provechoso sin duda, generó que tanto mi hermano como yo realizáramos maestrías relacionadas con la materia del derecho y la gestión ambiental en excelentes universidades de la capital de Esta- dos Unidos cuando mi padre se desempeñaba como diplomático allá. Gracias a este tipo de consejos, mi hermano, con el pasar del tiempo, se convirtió en un prominente abogado y gestor ambientalista en la esfera empresarial, en la cual ha disfrutado de mucho suceso. Yo, otro abogado ambientalista, con ciertos cargos de relevancia en la materia de la gestión ambiental, sobre todo en el sector público. Mi herma- na, siempre recibió, también, sus valiosos consejos y apoyo para que fuera exitosa como sicóloga y como empresaria, entre los cuales vale resaltar: que gozara de independencia financiera. Siempre me mostró el camino a seguir, y hacía lo posible, con la acti- tud más bonita que físicamente podía, para que yo lo cumpliera. Así, tal cual, era con su esposa, mi madre, y con mis hermanos. Siempre, pero siempre, practicando su particular bonhomía, que le lucía de una forma fluida, inherente a su ser, de una manera profusa y sublime.

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