Graves_violaciones a los Derechos Humanos

VII en Berruecos don Julio Arboleda, presidente constitucional de la confederación granadina, y el choque «internacional» —¿otra guerra civil? — con el Ecuador en 1863 concluye con la victoria en Cuaspud de las tropas de Mosquera sobre las de Juan José Flórez. La guerra civil de Antioquia de 1864 es la primera de una serie de revueltas armadas locales que por espacio de casi 25 años asolan al país. En un agitado 1867 se expiden las leyes 6 y 20, que conducen —como vaticina Mosquera— «a la disolución de la República por medio de la anarquía», y luego clausura el Congreso. En esta época tormentosa, bajo el gobierno de Aquileo Parra, se desencadena la séptima guerra civil (1876-1877). Esta revolución conservadora ( guerra de las escuelas ) contra el gobernador del Cauca, apoyada por el gobierno central, se extiende al Tolima, Norte de Santander y Manizales, culmina con un acuerdo entre el gobierno central y los rebeldes. El vencedor en la guerra, el liberal independiente General Julián Trujillo, abre el camino a Núñez, que al darle posesión en 1878 usa el famoso dilema «regeneración… o catástrofe». Núñez asume su segundo gobierno en medio de la anarquía. La octava guerra civil (1884- 1885) enfrenta a los liberales radicales contra el Partido Nacional (conservadores y liberales independientes). La contienda estalla en Santander y se generaliza en todo el territorio nacional. El enfrentamiento entre los Estados y el gobierno central concluye el 17 de junio de 1885 con la conocida batalla de la Humareda . Una «victoria de Pirro», según Camacho Roldán, porque, aunque los legitimistas abandonan el campo, mueren siete caudillos revolucionarios y se incendia —por accidente— el valioso vapor María Emma, que almacena los elementos de guerra de los revolucionarios. La posterior victoria en el Salado forzará a los rebeldes a capitular el 26 de agosto de 1885 en los Guamos. En los años del difícil camino de la federación se dan casi cincuenta revueltas armadas, pues sus instituciones encierran elementos de desorden, a juicio del profesor Justo Arosemena. Por ello, Núñez el 11 de noviembre de 1885 —en la instalación del Consejo Nacional de Delegatarios— propone un nuevo pacto de unión «para reemplazar la anarquía por el orden». No hay orden sin regla, le contesta el señor Caro. El siglo XIX agoniza, pero las guerras partidistas y los días aciagos no cesan. Un siglo de guerras civiles que, como anota el consejero de Estado Tascón, acaba con la inmigración europea y devasta a la República al sucederse por períodos de cinco a diez años. 2. La jurisdicción contenciosa administrativa y su tribunal supremo sólo comienzan a operar al inicio del siglo XX (Actos Legislativos 03 de 1910 y de 10 de septiembre de 1914; Leyes 130 de 1913 y 60 de 1914), luego de las bases que sienta el señor Caro —«el cerebro mejor organizado del país»— en la Constitución de 1886 (art. 141), al reestablecer el Consejo de Estado. Por ello, el primer pronunciamiento —cronológicamente hablando— de este libro es sobre la novena guerra civil (1895). En esta, las fuerzas del gobierno dirigidas por Rafael Reyes derrotan —en la Tribuna y Enciso— a los rebeldes liberales liderados por el general Santos Acosta y apoyados por dirigentes extranjeros. El siglo XX nace en medio de la más grave de nuestras luchas fratricidas. Los liberales declaran la guerra de los mil días el 17 de octubre de 1899, una vez más con apoyo foráneo. Este décimo conflicto civil sirve de «puente» entre las luchas partidistas del siglo anterior y la nueva centuria. Tres años de reclutamientos forzosos y expropiaciones que dejan alrededor de cien mil muertos. La contienda se decide en la batalla de Palonegro que dura 16 días ininterrumpidos, del 11 al 25 de mayo de 1900. En medio de la más larga guerra civil de nuestra historia (1899-1902), Marroquín da el golpe de Estado a Sanclemente —la noche del 31 de julio de 1900— frente al que protestó solitariamente el entonces ministro Marco Fidel Suárez. Esta guerra precipita la pérdida irreparable del istmo de Panamá (3 de noviembre de 1903).

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