Revista Judicial 9
Junio 2008 R evista J udicial 31 L ?C 12?714?C I 5> 75>5B1< 1AE5 llos a quienes las nuevas tendencias de la sociología denominan opera 4?B5C :EB_493?C 3?> 6B53E5>391 ?<F941> AE5 cada proceso en el cual intervienen, por más trivial y superfl uo que parezca, encie rra toda una serie de vivencias y expecta tivas que, desde luego, han de merecer el tratamiento más humano y comedido po sible, como que al fi n y al cabo no puede ?<F941BC5 AE5 5< 5B538? >135 5>DB5 ?DB1C 3?C1C @1B1 1<31>J1B <1 3?>F9F5>391 @13_M31 y ese propósito solo se logra cuando a cada quien se le da lo que le corresponde en su justa medida, pero con gentileza, decoro y respeto. Es que en veces, quienes están en uno y otro lado de la baranda que por antono masia divide en dos los estrados judiciales, olvidan que por regla general los intereses 49C3ED94?C 5> E> :E939? 9>3<EC? 1AE5<<?C AE5 en principio puede considerarse como de @?31 =?>D1 CE5<5> C5B 45 7B1> F1<_1 @1B1 los sujetos que se encuentran involucrados en la contienda. Un pequeño monto de dinero, el deseo de limpiar completamente el nombre, el afán por obtener una reparación más equitativa o el simple anhelo de justicia, en ocasiones son banderas que para los apoderados o los jueces resultan ser banales, pese a que se trata de cuestiones de alta incidencia perso nal, familiar o social que merecen la misma dedicación brindada a otros asuntos de más resonancia o importancia económica. Por eso es que una de las grandes misiones de los que se empeñan en conocer y poner en práctica la ciencia jurídica, cualquiera LA HUMANIZACIÓN , la prontitud y la justicia del proceso sea el escenario en que se hallen, ha de ser la “humanización” de los espacios donde tenga cabida el Derecho y, en especial, para los que se dedican a participar de las con tiendas litigiosas, la consigna debe ser la “humanización” del proceso. Es cierto, harto se ha avanzado desde aque llas épocas en las que al reo se le usurpaba <1 F5B414 >?B=1<=5>D5 <1 AE5 AE5B_1 5C3E 381B 5< 9>AE9C94?B 3?> 5< 3?>3EBC? 9BB139?>1< de la tortura; pero la civilidad, hoy en día, demanda un poco más que el abandono de esas angustiosas prácticas. Aunque el ad venimiento de la modernidad ciertamente trajo consigo leyes que regulan el compor tamiento de la autoridad y prohíben el ul traje del cuerpo, también debe propender se porque los intervinientes del proceso, ya sean jueces, apoderados o partes, no vean mancillada su dignidad. Y aquí el propósito en comento se bifurca, porque, por un lado, es frecuente encontrar que a quienes, en el sector ofi cial, contri buyen con la tarea de administrar justicia se les enclaustra en dependencias poco or todoxas para el ofi cio judicial y, además, se les priva de los elementos verdaderamente idóneos para el cabal cumplimiento de sus funciones, cosa que sin lugar a dudas incide en la buena marcha del proceso e impide que se construya una amable noción de justicia. De hecho, hay que al acudir a los despachos judiciales para ver que el común 45 <1C @5BC?>1C 81CD1 3?> B1Ja> 45C3B925 las ofi cinas judiciales como lugares fríos, os curos y sombríos, de sellos, sobres y pape les, de expedientes amarrados burdamente y encarrados con completa indolencia. .(- 1%$$7 !8! )-%$! &B?65C9?>1< C@5391<9J14? B14? )1<1 45 1C139a> 9F9< ?BD5 )E@B5=1 45 ECD9391 Una de las grandes misiones de los que se empeñan en conocer y poner en práctica la ciencia jurídica, cualquiera sea el escenario en que se hallen, ha de ser la “humanización” de los espacios donde tenga cabida el Derecho. J usticia
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