Revista Judicial 9

Junio 2008 R evista J udicial 17 esos servicios al restringir las ventajas de la competencia y el campo de su elección. “Es curioso que las únicas cosas que la ley actual veda a la mujer sean las mismas de las que se ha mostrado capaz. Aquello de que las mujeres están excluidas es precisa mente para lo que más sirven, puesto que su vocación para el gobierno se ha probado y ha brillado en las poquísimas oportunida des que se les han ofrecido… en muchos casos se han distinguido por mostrar las cualidades más opuestas al carácter imagi nario y convencional que se atribuye a la mujer: han sobresalido tanto por la fi rmeza y el vigor de su gobierno, como por su in teligencia”. 4%-. 34!13 )++ 04B $)#% 423%$ 2. bre la supuesta inhabilidad de las muje res para desarrollar diferentes profesio -%2 4 .9#).2 $!$. 04% 2% +%2 %-$)+'!- características tales como su emotivi dad, su nerviosismo, su poca capacidad $% 1!8.-!,)%-3. &1C. Podría decirse que Stuart Mill no profun diza mucho frente a este punto, quizá por lo ligero y poco razonable del juicio, indica entonces lo siguiente: Respecto al argumento sobre la suscepti bilidad nerviosa que según la opinión ge neralizada hace de la mujer incapaz para cualquier tarea que no sea la doméstica, nos encontramos ante un exceso de ener gía que no puede dirigirse a un objetivo determinado; así mismo, una mujer edu cada para ganarse la vida trabajando no muestra ningún síntoma como desmayos o ataques de ansiedad. Además ¿por qué los hombres de temperamento nervioso sí son aptos para ejercer las ocupaciones que ejer 35> <?C 45=]C No veo razón para dudar que la mujer haría todas las actividades que adelantan los hombres perfectamente, si su educación tendiera a corregir sus fl aquezas en vez de agravarlas. Stuart Mill acude frecuentemente a ejem plos de mujeres que descollaron en activi dades intelectuales y del espíritu humano. Indica que no son un número mayor, por que solo algunas pueden tener acceso a una educación que les permita acercarse al fruto de la inteligencia humana durante la evolución. Señala que los resultados de la ejecución literaria, fi losófi ca o matemática de las mujeres pueden lograr niveles muy superiores a los de muchos hombres. El no alcanzar a ocupar un primer lugar en las ar tes, las ciencias o la fi losofía podía explicar se, primero, por la poca información y for mación otorgada a las mujeres; segundo, porque las diferentes aptitudes del espíritu solo pueden ser ejercidas por las mujeres en su tiempo libre , pues la sociedad les tiene dirigida la carga de la administración del hogar, así como la responsabilidad de agradar a los demás y de estar al servicio de quienes las rodean. Una mujer que pudiese cultivar su saber con todo el tiempo, la dis ponibilidad, la disciplina y la educación que tienen los hombres, sin lugar a dudas, para Stuart Mill, lograría sitiales elevadísimos de producción intelectual. 8?B1 295> 31C9 1`?C 45C@E^C 3?> los avances sociales, científi cos y políticos y con los logros obtenidos por las mujeres, es preciso preguntarse por qué aún existen vestigios de una situación califi cada como absurda por Stuart Mill y por qué los avan ces aún no son disfrutados por la mayor parte de las mujeres. Nuestros retos prin cipales están en acompañar la intervención de la normatividad hacia la equidad de gé nero, por un proceso profundo y estructural acerca del papel del derecho respecto a la situación de las mujeres y cómo incide en la formación de su subjetividad y su identidad social e individual. “A las mujeres se les educa para estar casadas y lo poco útil que se les enseña no lo pueden poner en práctica sino dentro del matrimonio. Por tanto, se considera que la mujer soltera no puede desarrollar nada útil”. Mujeres que se desarrollan en actividades intelectuales no son un número mayor

RkJQdWJsaXNoZXIy NzAxMjQz