Libro
' ,d, Derecho a la vida Derecho a la vida La constatación social del enunciado no la encontramos en su concepción (el sentido de la vida), cuyo enfoque está condiciona– do a las doctrinas filosóficas y políticamen– te dominantes. Más aún, permítaseme re– cordar que la vida va atada a la pregunta por el ser, ¿qué es esto 7, ¿qué es aquello?, ¿qué soy yo? (y el quién al que va primor– dialmente dirigida la pregunta es uno mis– mo). No tengo otro camino sino acudir a mi intuición y a mi razón. Aun cuando la elaboración del problema sea ajena a mí, es decir, que pertenezca al tú ocurre lo mismo. Yo soy, en última instancia, quien capta el problema para mi como capto al tú para mí, allí, entonces, se parte de la indagación por el ser de la vida, el trato con el mundo es algo ante lo cual me encuentro, "necesito saber lo que es el ser de las cosas, porque m1propia vida necesita perentoriamente saber a qué ate– nerse en su trato con el mundo". Vivir es vivir para sf y para los demás. Vi– vir es transparentarse, eso nos permite la autenticidad del camino. Yo voy creando mi mundo dentro del cual existo, por ello la pregunta sería por mi propio ser, un pequeño esbozo fenomenológico por ese "ahora" y "aquí", pero también se obser– va que mi vida no se agota en ser "solo una realidad actual que se transparenta a si misma, sino que vivir es también recor– dar lo que se ha vivido, en que lo presente es el recuerdo mismo, y lo pasado y ya no existente es lo recordado" . Siendo así, la fenomenología estaría solo como una posibilidad de enjuiciar ese fe– nómeno, aunque su poder primigenio de obtención de la constitución inmediata de la vida que fundamenta posteriormente una estructura más amplia en su realidad integral, llegamos un poco a las situacio– nes iniciales, de un lado la fenomenología y del otro el recuerdo. Vivir es ocuparse en algo, como lo dice Ortega y Gasset. En primer lugar yo no existo solo, yo existo con algo. Yo me ocupo de ese algo. El algo con que me encuentro se puede presentar de diversas maneras como un conocer y por lo segundo como un sentir, pero ade– más yo me ocupo de ese algo para algo y eso implica una actuación realizadora; por lo cual mi ocupación en et mundo es un realizar mis proyectos, que presupone un tender hacia lo atrayente y un seleccionar entre ellos y aun entre las cosas que me ro– dean para su posible realización; es, pues, una consistencia, una trama o un comple– jo entretejido de conocimiento, sentimien– to y actuación realizadora. De tal manera, es como se me presenta en una primera mirada mi propia existencia como un ser yo en el mundo. Este ser yo en el mundo nos remite a otra cuestión, estos tres elementos: ser, yo y mundo aparecen en mi existencia como relación. ¿Pero qué tipo de relación los une-, Si atendemos a lo descubierto en el análisis anterior, el pri– mer elemento primario era el conocer mi ser yo en el mundo coexistiendo con algo. La relación ha de ser entonces cognosciti– va; pero, ¿a qué forma de conocer acudo en primer lugar? Vivir no consiste en existir sino en coexistir. Yo coexisto con las cosas, pero no en suce– sión, con cada una, sino en simultaneidad con todas; "yo no me encuentro coexis– tiendo con una sola cosa, sino con varias cosas a la par: esta casa, esta mesa, ese árbol, esa institución democrática, etc., acusando todas el carácter individual y concreto, lo que es también un hecho pri– mario e indefinible, mediante el cual unas realidades se distinguen totalmente de otras" . Ellas por su parte tienen también en sí mismas sus materias, su extensión, su figura, su definición, etc., se me pre– sentan corno referidas a lo que son ellas, sin por ello prejuzgar sobre el origen de su existencia. ► Junio zo11 Revista Judicial l 49
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