Libro
m OCJi~o fNC\.!NlH(J Dl u\S AlTA:iCOfiPOR,\ílONES CIE ,llJSllCIAOf CíllOMalA 204 a quien se le da el cuidado de los hijos, y es la mujer la que sufre la estigmatización cuando se rompen los tampones convencionales, de una cultura autoritaria, tradicio– nal y patriarcal como la colombiana. No se le proscribe al hombre por ejercer su sexualidad más a las mujeres se les proscribe, y la mujer buena, la mujer santa es la que no tiene sexualidad, entonces observen compañeros de la rama judicial. que el juez encuentra en la mujer una fuente de interpretación en la búsqueda de la justicia y es un elemento vi tal para el ejercicio de una judicatura responsable y transformadora de una sociedad quebran– tada por la ignominia del desequilibrio del reparto de la riqueza, me parece que el tiempo de ahora es un tiempo de crisis, de una crisis que no es aguda sino crónica, y que desde luego la rama judicial está en el deber de entenderla y que mejor que la voz y la mirada de l a mujer para comprender el drama que implica la impartición de justicia en este país. Con esa premisa, que es de sensibilidad, que es la misión y sensación que nos acompaña cuando tenemos que resolver con la fría norma, el calor de una disputa que prensa al poder del Estado frente al anhelo, a la expectativa de esperanza de alguien que recurre en procura de la defensa de un derecho, indudablemente estas palabras que acabo de señalar y que fluyen de la experiencia vital que todos los días desde hace muchos años ejerzo aplicando bien, regular y mal ]a justicia. Ya en la etapa terminal de mi trabajo como juez es la que más he reflexionado y la que quiero compartir, desde luego que este nuevo juez sensible, este nuevo juez conectado con su sociedad pues es riesgoso, ya se sabe que el Estado liberal vio al juez con mucha reserva y por eso no se vaciló al considerar que el juez no era más sino que una buena boca para que la ley pueda hablar, porque el juez tiene un poder terrible, tiene el poder de la justicia, y por la justicia se puede cambiar un hom"bre. Sin embargo, frente a ese poder terrible del juez que tiene que impartir justicia y no frente a esa vocación un poco metafórica en la cual "El ejercicio de la judicatura es el ejercicio de los dioses" sino por la realidad que significa el ejercicio contemporá– neo del desborde del ejercicio del poder judicial. El riesgo del poder judicial es el riesgo del gobierno de los jueces, pese a es– tos riesgos de la sociedad, considero que la rama judicial ya de alguna manera ha contenido el poder, de alguna manera ha logrado avances en la jurisdicción de una norma entre las normas en términos mucho más humanos, mucho más conectados a la dura realidad de nuestro país. La Corte Suprema de Justicia en su Sala Penal es un ejemplo muy importante de como se ha metamorfoseado la teoría dura, cruda y frfa del delito y ha logrado judicializar toda esa corrupción impregnada en el ejercicio del poder. Indudablemente el juez constitucional encontró las dificultades que nos oca– siona el juez constitucional no bien delimitado, le ha dado avances sustantivos al avance del derecho de la dignidad hwnana o del derecho de los derechos humanos arraigados en la dignidad humana, y el juez contencioso, un juez típicamente de un Estado liberal , la forma como se manejan los términos de la sustitución pensiona!, la evolución de la familia más allá de la estructura absolutamente sacramental, guiada
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