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m , OCTAVO ENCUENWO or IAS ALTAS CORPORACIONfS Of JUSTICIA Dí COlCMBIJ\ 4.2 Magistrado Juan Carlos Henao Pérez. Presidente de la Corte Constitucional Es para mí un placer estar presente en la instalación de este vm Encuentro de Gé– nero de las Altas Corporaciones de Justicia de Colombia, curiosamente marcado por la tendencia al realce de lo que podríamos llamar género femenino. Si afumo que curiosamente está marcado por esta tendencia, es precisamente porque no vengo en representación del género masculino que se opondría al femenino, ya que el con– cepto de género, en mi entender, es incluyente y no está marcado por la sexualidad -una, plural o diversa-. que pueda tener determinada persona. No se debe olvidar que según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua la palabra género tiene un prüner significado, que expresa el "conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes", sin que suponga que la caracterización provenga exclusiva– mente de lo sexual. Permítanme entonces ir, sin embargo, en la dirección de este Encuentro, porque en efecto estimo que lo que ha sido históricamente el significado de la feminidad debe ser objeto de Encuentros, de Congresos, de Estudios y sobretodo de posiciones personales. Para ello concédanme la posibilidad de aproximarme al tema ilustrando de manera casi literaria lo que pienso de la feminidad. Hablar de la mujer es hablar de las mujeres. Su condición en la historia ha teni– do todo tipo de oscilación, "variaciones sobre nn mismo tema'', diría un melómano. "El Bolero de Ravel" sería su muestra musical. Empecemos por Lilith, la desconocida primera esposa de Adán, como él, no nacida de mortal, rebelde, peligrosa y pionera de los derechos sexuales femeninos. Figura que se ofendía cuando Adán le exigía tener una postura acostada en el acto se– xual y que le inquirió afirmando: "¿Porqué he de acostarme debajo de ti? Yo también fui hecha con polvo y por lo tanto soy tu igual". Ante el desprecio de Adán ella aban– donó el Edén, elevándose, y al negarse al requerimiento de regresar fue castigada y pasó a convertirse en uno de los demonios femeninos mesopotámicos. Eva, la culpable durante muchos siglos del pecado original; "hijas de Eva'', se llamó con desprecio a las mujeres de la Edad media. María, virgen y al otro extremo de Eva. Elena de Troya, causante por su belleza de una guerra ante el rapto que le hicieran, a la cual la literatura le debe La llíada. Penélope en la rocosa ftaca, tejiendo su fidelidad a Odiseo, deshaciendo en la nocbe lo laborado en el día, a la espera de su retorno después de su Odisea. Eloísa, enamorada del castrado Abelardo y desti– nataria de una de las mejores correspondencias amorosas, genero ese, el epistolar, en peligro de extinción. Dulcinea, la fantasía de un enamorado fantasioso. Yocasta víctima de los implacables dioses griegos y muchas mujeres más, muchas más... Pero también están otras mujeres que desde antes de Safo de Lesbos hasta el día de hoy han sobresalido en las tareas que han emprendido, independiente de un hombre que las asocie, las identifique o las convierta en el complemento de él. La verdad no son muchas. La razón de esa verdad la encuentro en las asimetrías de todo orden que colocan al hombre, a lo masculino y patriarcal como el modelo de la razón, la religión, el poder y todo lo que está asociado a él.

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