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88 4. Crisis de la democracia representativa Conclusiones Prin1cra. Dentro de los aspectos que conforman la estructura de una sociedad, los cornponcntes sociales, políticos, económicos y culturales no actúan en forma sepa– rada. generando. cada uno. elementos que parecen disociados de los ho1nbres. En el marco del proceso histórico, dichos co1nponentes se combinan produciendo un entra1nado social que no es otra cosa que el producto del accionar de los ho1nbres entre sí. En efecto, si dicha co1nbinación, a través de la historia, fue generando formas políticas de gobierno para nonnalizar las relaciones sociales, quiere decir que la política es el único medio para lograr formas de poder popular que logren encatL?ar voluntades en aras de un proyecto cultural. Segunda. Si de acuerdo a nuestra hipótesis la democracia representativa padece una crisis, no se trata de intentar sustituir los procedilnientos, sino, simplemente, de hacer– los funcionar adecuadainente. Fortalecer la representación política con procedi1nientos de de1nocracia participativa, concebidos conforme al discurso de legitimación y justicia. Revisar, corregir y hacer avanzar las fonnas actuales de la representación, de 1nanera que posibi liten la incorporación de elc1nentos relacionales. Por cjernplo, habría que generar fónnulas que aproximen a representantes y representados, evitando caer en las formas imperativas de relación, que el sistema no toleraría. Tercera. Tendrá que pensarse en el elector. no desde su indefensión y desde su aisla– miento actual, s ino en la posibi1idad de organizar su potencial colectivo, lo que permi– tiría referir su intervención, incluso, a la vida interna de los partidos. Cuarta. Co1no solución a esta deficiencia co1nunicativa en la representación política, se propone: a. reforzar el circuito comunicativo existente -el de la representación política clásica- representado por los partidos políticos; o b. reforzar la autonomía funcional de los distintos subsistemas que integran la co1npleja realidad contemporánea. En el pritncr caso la institución de los partidos au1nentaría su capacidad de cono– cimiento racional y de respuesta política, sin transformarse internamente; mientras que en el segundo, con la generación de diversos circuitos ins titucionales autónomos (provincias, regiones, municipios, asociaciones), con un mecanis1no de interco1nuni– cación pluralista y horizontal operaría un efecto relativo de descarga sobre el circuito representativo central (nacional). Ambas posibilidades. y 1nás aún implementadas en fonna conjunta. permitirían tender el nexo desarticulado entre los representantes y sus representados, dando s ignificación al acto eleccionario.

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