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76 4. Crisis de la democracia representativa En la acrualidad se puede observar un déficit generalizado en la práctica de este de– recho, a punto tal que la representación política parece haber quedado reducida a una sitnple delegación de derechos, sin posibilidad de que los verdaderos titulares de esos derechos (los ciudadanos) puedan otorgar un rnandato y solicitar rendición de cuentas por la gestión del apoderado. 11. Concepción de la democracia En la política contctnporánea, la palabra democracia se empica para justificar el ejercicio del poder. Ha perdido el significado original, con sus apoyos etimológicos, para convertirse en una voz que contiene los criterios de valoración que deben apli– carse a los fenó1nenos políticos, en primer lugar, pero tarnbién a los sociales, a los cullurales y a los económicos. De tal 1nanera que todo lo que acontece en nuestro entorno tendría que ser democrático y cuando deja de serlo rnerecc una llamada de atención generalizada. La rnayoría de las constirucioncs de los países responden a esta exigencia casi univer– sal y lo primero que prometen en su preámbulo es garantizar la convivencia democrá– tica, es decir, en el mejor ánimo establecer una sociedad democrática avanzada. La democracia se proyecta sobre casi todo y, en cada caso, una de las varias ideas que engloba se destaca sobre las otras. La dernocracia es entendida preferenternente como igualdad, como libertad, co1no participación o, incluso, como Estado de derecho, aunque esto no significa que sean ténninos sinónimos, porque ya la ciencia política tiene bien perfilados los contornos de cada uno de esos conceptos. Sin embargo, cuando sucede en la práctica política diaria, cuando la libertad es negada o afectada, cuando la participación de los ciudadanos en– cuentra obstáculos, o cuando hay deficiencias en la protección del Estado de Derecho, entonces hay que censurar que las cosa!; sucedan a!iÍ, porque diremrn, que e!ilO no es democracia. La de1nocracia, proyectada de esta 1nanera sobre los diversos {unbitos de conviven– cia, es difici l que sea alcanzada, ya que los esfuerzos de los seres hu1nanos consiguen solo una aproxirnación a ella. Así, diremos que determinados regímenes políticos son mas democráticos que otros, y determinados gobernantes se comportan de un rnodo rnás dcrnocrático que otros. La valoración final, en cada caso, se co1npone de las apreciaciones parciales obtenidas en las varías parcelas en las que la de1nocracia ha intentado realizarse. III. Origen de la democracia representativa Es usual hablar de la Revolución Francesa como revolución burguesa contra los csta,– mentos privilegiados del feudalismo y contra la soberanía monárquica absoluta, y cali– ficar a la burguesía del siglo XVIII co1no clase revolucionaría y al régimen naciente de esa revolución corno detnocracia; afinnaciones que se pueden calificar de itnprecisas.

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