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276 S. Degradación de los partidos políticos mexicanos Integra el sistema de partidos cuanto partido político exista en el siste1na político en que aquel se inserta, junto con otros ele1nentos, entre los que destacan el régi1nen jurí– dico y las instituciones que lo regulan. l. Los partidos políticos Considerados como agn1paciones de personas que profesan la misma doctrina política, tal cual los concebía Benjamín Constant a principios del s iglo XIX 251 , los partidos polí– ticos rernontan sus orígenes a la historia antigua, pues dichas organizaciones deben su creación a las diferencias de intereses, de pasiones, de proyectos y de puntos de vista de los distintos grupos sociales; a juicio de Tho1nas Babington Macaulay: (. .) tales diferencias han existido y existirán sien1pre. rn1es tienen su origen y principio en la diversidad de carácter; de inteligencia y de intereses que se hallan en todas las sociedades y que continuarán siendo mientras el humano esp íritu se dirija por ru,nbos opuestos, atraído del encanto del hábito y del no menos irresistible de la novedad, sino que se hicieron sensibles entonces 152 • E1npiezan a gestarse los partidos políticos modernos durante la segunda mitad del siglo XVIII; en Nueva lnglaterra y otras colonias inglesas en América del Norte, se perfilan con nitidez en Estados Unidos durante las contiendas electorales de 1824 y 1828, en las que el partido de1nócrata postuló como candidato a la presidencia a Andrev,r Jac– kson, y se consolidan a mediados del siglo XIX, cuando aún proliferaban los grupos parla1nentarios, las tendencias de opinión, los clubes políticos, las asociaciones de pensamiento, pues, excepción hecha de Estados Unidos, no se conocían los partidos políticos en su concepción moderna; su advenimiento queda fuertemente imbricado con el ejercicio de la de1nocracia representativa, en cuyo contexto aparecen a contra– pelo de las ideas de los gobiernos y de a1nplios sectores sociales. Thomas Hobbes y otros destacados pensadores como Baruch Spinoza, John Locke y Jeao Jacques Rousscau, satanizaron a los partidos políticos; Jorge Washington, en su célebre "Alocución de despedida al pueblo de los Estados Unidos" -Farewell Adress-, publicada en septie1nbre de 1796 en el Dayly Advertiser, denunció el peligro que, a su juicio, representaba la división en partidos; hizo notar, además, las desastrosas consecuencias que podrían derivar del espíritu partidario en general, y tras otras con– sideraciones concluyó: 15 1 152 }lay quienes opinan que, en los países libres, los partidos sirven para contener a los a.drninistra.dores del gobierno y mantienen vivo el espíritu de la libertad. Esto puede ser verdad dentro de ciertos lbnites y en los gobiernos monárqui– cos el patriotismo puede núrar no sólo con indulgencia sino con entusiasm.o el espíritu partidario. J\tlas en aquellos países donde el gobierno es de carácter Véase. Duverger, Maurice, op, cit. , p. 10, Macaulay, Thomas Hahington, 1/istoria de la Revolución de Inglaterra, trad. Juderías Réndcr y Daniel López, Madrid, Librería de la Vda. de Hernando y Cía., t. I, p. 134.

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