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22 Discursos Inaugurales cual moderno Sísifo criollo, trata en vano desde hace más de un siglo de elegir a sus gobernantes por el voto de la rnayoría, sin fraudes ni trapacerías, mas cuando está a punto de lograrlo reaparecen las lrarnpas y reverdecen las fullerías electora– les, para representar la farsa de la democracia. En otros países del he1nisferio, cuando todo pareciera indicar que por fin habían accedido a la democracia, sus gobernantes legahnente elegidos han sido derroca– dos 1nediante golpes de Estado, 1nuchas veces apoyados desde el extranjero, para ser sustinlidos por dictaduras militares, por ser moneda corriente que los factores reales de poder solo apoyen la democracia cuando favorece sus mezquinos intere– ses, y de no ser asi, la cotnbatcn. Los aquí reunidos estamos convencidos de que la democracia, pese a sus riesgos y defectos, es el rnejor de los sistemas políticos posibles, y de que para su existencia y consolidación se requiere un régünen electoral que garantice elecciones impolutas en las que no haya trasiego ni co1npraventa de votos, en las qu e sean los principios ideológicos de los partidos y de sus candidatos, y no el tnarketing, los que orienten la decisión del elector, en fin, en las que haya equidad en la contienda electoral. Henos pues aquí, deseosos de contribuir con nuestras tesis, propuestas y ex– periencias al desarrollo y perfeccionatniento del derecho electoral, herramienta insustituible para designar y, en su caso, deponer a los depositarios de los órga– nos ej ecutivo y legislativo y para adoptar, mediante mecanismos de de1nocracia directa, decisiones polí ticas trascendentales, y así establecer las bases de una detnocracia representativa, justa, auténtica, sólida y duradera. Agradecc1nos la generosa hospitalidad que nos brindan los anfitriones, a quienes feli– citamos por la excelente organización de este 1nagno II Congreso Iberoamericano de Derecho Electoral. A todos ustedes tnuchas gracias por su atención.
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