Libro
218 l. Para llegar a tiempo: apuntes sobre la regulación del financiamiento político en América Latina 9. Aco,npañe la refonna con recursos a,lecuados Todo s istema efectivo para regular el financiamiento político debe venir aparejado de recursos econótnicos, hutnanos y juridicos para hacerlo aplicar, si no ha de perder totalmente su credibilidad. Este punto es particularmente relevante enAmérica Latina, donde existe una enorme propensión a creer que la introducción de catnbios en los estatutos legales garantiza por sí 1nis1na su hnpacto en la realidad. El caso de México, ya mencionado antes, 1nueslra que es posible aco1neler con relativo éxito La creación de controles al financia1niento político, pero que ello requiere insti tuciones robustas y de muchos recursos. Que no se olvide: las refonnas fallidas son más que simplemente inocuas; por el contrario, alimentan el desencanto político de la ciudadanía y afectan la credibilidad de futuros esfuerzos de regulación. 1O. Sea realista Esta es, acaso, la lección rnás iinportante. Es razonable esperar que regulaciones bien concebidas y aplicadas puedan reducir significalivatnente las prúcticas de financia1nien– to político más cuestionables y riesgosas para la dc1nocracia. Sin embargo, ercer que la introducción de esas regulaciones será capaz de erradicar, de una vez por siempre, las patologías del financia,niento político es absurdo y contraproducente. Quienes aspiren a elaborar refonnas en esta tnateria no deben abrigar grandes ilusiones sobre las victo– rias que les esperan como resultado de sus empeños. Después de todo, existe muy poca evidencia de que la introducción y aun la cabal puesta en práctica de controles sobre el financiamiento político sirven para aumentar dramáticamente la legitimidad de los siste– mas políticos o la imagenpública de los refonnadores. La lucha pard limpiar las prácticas de financia1niento político es, en el 1nejor de los casos, un catnino entre riscos. Cuando se encuentran desprovistas de regulación, tales prácticas alitnentan sospechas generali7.adas y dañinas mitologías; cuando se les regula inadecuadamente, generan desencanto con las reformas y escepticismo de las intenciones de los políticos que las introdujeron; cuando se les regula rigurosa1n cnte, producen escándalos recurrentes sobre métodos cuestio– nables de financiruniento y, en consecuencia, mayor cinismo político. Así, los autores de refonnas al financiruni ento político pueden fracasar hasta cuando tienen éxito. Por admirables que sean nuestras a1nbiciones es importante cornprender que la reforrna al financiamiento político no es tnás que un intento por limilar los daños infligidos a valores dc1nocráticos centrales por el ineludible papel del dinero en la política. Las lecciones anteriores no constituyen un lla1nado a la inacción, sino solo un sutil re– cordatorio de las grandes dificultades que aguardan a los refonnadorcs en este ca1npo. A pesar de los obstúculos, no queda mús camino que emprender la tarea de refonna, sobre todo en Atnérica Latina, toda vez que los daños derivados de la desregulación del financia1niento político son rnucho más grandes que los derivados de todas las de– más opciones. Por ello, a manera de conclusión, conviene hacer una enumeración de algunas tncdidas de regulación del financiarni cnto político que, en términos generales, han mostrado su utilidad en diversos contextos y cuya adopción, por ello, debe ser al menos considerada por los sistemas políticos de América Latina.
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