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Derecho Electoral de Latinoamérica 217 Comprender el entorno institucional no hace de la predicción de los efectos de una reforma una ciencia exacta, ni cosa parecida. Con toda seguridad, toda reforma aca– bará por generar consecuencias imprevistas y, casi siempre, no deseadas. Tener la humildad y la sabiduría para revisar con alguna regularidad las normas introducidas es, por ello, esencial. 7. Sea 1noderado Si bien es cierto que tratándose de la regulación del financiamiento político no existe nada que sustituya la aplicación efectiva de la ley, es igualmente cierto que la medicina regula– toria debe to1narse en dosis cuidadosainente adininistradas. La historia no ha tratado con ainabilida<l los intentos de introducir nonnas draconianas para regular el financiatnicnto político. Como se 1nencionó más arriba, los topes generales de gasto, por ~jemplo, han de– mostrado ser de dificil aplicación y han acumulado una larga historia de fracasos en países que van desde los Estados Unidos hasta Japón. Lo mismo puede decirse de los intentos de instaurar prohibiciones absolutas de las contribuciones privadas. En los pocos casos en que los reformadores han tratado de hacerlo -co1no en la India y Frdncia-, han recibido sorpresas desagradables: las contribuciones privadas han continuado reali7.ándose pero en formas singularmente corruptas y opacas, obligando a los reformadores a volver sobre sus pasos y a relegalizar los aportes privados. Y,1ce aquí una lección crucial: entre más dificil se haga a los partidos y candidatos recaudar fondos por vías legales, inás probable será que lo hagan 1nediante proeeditnientos oscuros y cuestionables. 8. Busque aliados y construya consensos La reforma de las reglas de financiarniento político no es simple1nente un probletna téc– nico sino, ante todo político. Generahnente los refonnadores se mueven en un angosto espacio en el que deben aco1neter dos tareas a veces incotnpatibles: por un lado, la de construir amplias coaliciones que pongan presión sobre quienes se benefician del slatu quo -típica1ncnte los partidos establecidos-y, por otro, la de involucrar tanto co1no sea posible en la elaboración de la reforma a los partidos políticos. Estos últitnos casi siem– pre resisten cualquier proceso tendiente a cambiar las condiciones de la competencia democrática e invariable1nente tratarán de hacer fracasar aquella legislación que les sea impuesta en forma inconsulla. Tainpoco debe olvidarse nunca que, antes que nadie, los personeros de los partidos son los verdaderos expertos en 1natcria de financiamiento político. Ese caudal de experiencia no debe ser desaprovechado por ninguna reforma. Todo esto requiere ciertainente buscar aliados dentro y fuera del s istema político. La prensa independiente, que ha demostrado ser acaso el más poderoso control sobre las prácticas cuestionables de financiarniento político en muchas democracias, puede ser un aliado particularmente poderoso en esta 1nateria. Pero sobre todo requiere concebir la refonna co1no un proceso basado en el diálogo y el consenso en el cual participe el más a1nplio espectro posible de actores político-partidarios y en el que sean involu– crados y consultados diferentes sectores sociales. Esto permitirá que la reforma que se adopte adquiera, además de un alto nivel de legitimidad, sostenibilidad en el tiempo.

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