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214 l. Para llegar a tiempo: apuntes sobre la regulación del financiamiento político en América Latina 2. Pregúntese si los fundamentos están en su lugar Si bien las dificultades para regular el financia1nienlo polílico son comunes a todas las democracias, se p lantean en fonna 1nás clara en las de1nocracias en vías de de– sarrollo o en los casos de países que están experimentando transiciones democráti– cas. Como lo han dicho agudamente Torres Rivas y Aguilar en un estudio de caso sobre Guate1nala, la investigación y regulación del financiamiento electoral están funda1nentadas en "supuestos de 1nodernidad" 16 3. Esto es, suponen la existencia de instituciones electorales y contraloras consolidadas, partidos políticos con un mínimo de institucionalización, y una prensa hábil , diligente e independiente que se encuentre protegida de la intitnidación política. La regulación del financiamien– to político demanda no solo paciencia s ino prestar atención a aspectos políticos 1nuy básicos, s in los cuales está condenada al fracaso. Se trata, de algún 1nodo, de una reforma política de "segunda generación" que los sistemas democráticos solo pueden razonabl e1nente emprender una vez que tareas básicas como el em– padronatniento de la ciudadanía o la clitninación del fraude electoral ya han sido co1npletadas exitosa1nente. 3. Cuestione las verdades convencion(l/es A su sentido de urgencia, los refonnadores deben añadir un cierto escepticistno que les permita revisar algunas de las tnás extendidas creencias en 1nateria de financia– miento político, que frecuentemente confunden más de lo que iluminan y distorsio– nan 1nás de lo que describen. La fal ta de evidencia clara no obsta para que algunas aseveraciones tengan efectos políticos 1nuy reales y tenninen orientando los esfuer– zos regulatorios. Entre las verdades convencionales que deben ser examinadas con cuidado está la no– ción de que el costo de las cainpañas electorales está aumentando escandalosamente, que la televisión es la responsable de su aumento, que el financiamiento político ex– plica los resultados electorales, que las contribuciones políticas explican las grandes políticas públicas, que las contribuciones privadas co1npran regulannente las decisio– nes políticas y que cuando un donador político recibe un beneficio la contribución es la causa de ese quid pro quo 164 • Todas estas afinnaciones apuntan a problemas 1nuy ünportantes que tnerecen ser dis– cutidos. Sin embargo, en tomo a todas ellas, en di ferentes grados, existe evidencia con– trovertida. Cada una de ellas puede o no ser cierta en una circunstancia específica, pero casi con seguridad no será cierta en todas partes. Hacen rnal los refonnadores cuando asu1nen que lo es. Se vuelve a plantear, as í un punto ya mencionado: nada sustituye al diagnóstico como base de toda reforma. Y no cualquier diagnóstico, s ino uno fundado en evidencia ernpírica y 1nétodos rigurosos. 163 164 Torres Rivas y Aguilar ( 1998), p. 283. Véase entre muchos, Casas / .amora (2004), pp. 254-259: Smith (2001), pp. 39-65; Sorauf (1992), pp. 161- 190.

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