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212 l. Para llegar a tiempo: apuntes sobre la regulación del financiamiento político en América Latina son más que espejismos. En esta materia la regulación ünplica complejas escogencias nonnativas y prácticas, cuyo éxito está lejos de estar garantizado. Las respuestas a los urgentes proble1nas planteados en la sección anterior están cundidas de elementos valorativos que restringen el rango de soluciones aceptables en un contexto político detenninado. Así, la decisión de proteger más o menos la privacidad de los ciudadanos al hacer donaciones políticas, o de intervenir rnás o menos en el á1nbito interno de los partidos políticos, o de privilegiar tnás o 1nenos la libertad de expresión frente a la igualdad electoral, evidentemente ca1nbiará la prioridad otorgada a diferentes te1nas y, en últitna instancia, el talante de la refonna adoptada. Cada sistema político combina los instrumentos de regulación del financiainiento po– lítico en fonna muy diversa, de acuerdo con sus urgencias coyunturales, los rasgos de su cultura política, las características del entorno instirucional preexistente y, como siempre, los intereses políticos de quienes elaboran las nonnas. Nada de esto ünplica que la experiencia internacional sea irrelevante co,no guía o que quepa defender un relativis1no normativo ramplón y peligroso, para el que todos los csque1nas de regulación del financiarnicnto político valen lo 1nis1no y ninguno vale nada. Lo único que esta advertencia Ílnpone es una cierta modestia en el alcance de las prescripciones que se hacen en esta tnateria. Sí es posible identificar algunos instru– tnentos regulatorios que han tnostrado su utilidad para controlar razonablemente bien algunos de los principales riesgos derivados del financiainiento político y los autores lo hare1nos en la últüna sección de este documento. Pero es necesario tener claro que la adopción de esos instrumentos no es posible o aun deseable en todos los contextos y que sus efectos son sie1npre contingentes al entorno institucional preexistente. A este punto regresaremos 1nás adelante. IV. Lecciones sobre la reforma del financiamiento político Que una regulación adecuada y efectiva del financiamiento político sea muy necesa– ria en América Latina, no la hace inevitable. Como se ha vis to en la segunda sección de este trabajo, la historia reciente de la región está llena de cjctnplos de rcfonnas condenadas al fracaso por problemas en su d iseño y ejecución. En muchos casos ta– les defectos no son 1nás que la 1naterial ización de intereses opuestos a la regulación de una materia muy sensible para la competencia electoral. En otros, sin embargo, los resullados decepcionantes no son más que el reflejo de la inflación retórica, los 1nitos y las expectativas desproporcionadas que casi siernpre acaban gobernando la discusión del tema. Si bien es positiva y hasta necesaria, la creciente obsesión de la prensa con el financiatniento político en muchas democracias ha servido para propa– gar una poderosa tnitología en la que traficantes de influencias, personajes corrup– tos, refonnadores 01nniscientes y la subasta al por mayor de decisiones de política pública ocupan los lugares centrales. Frecuente1nente, estas ünúgenes tienen poco contacto con las realidades del financiamiento político. La advertencia de un fil ósofo de nuestro tiempo de que no hay ninguna garantía de que la verdad, si la llegára1nos a descubrir, va a ser interesante, se aplica con particular intensidad al ámbito del

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