Libro
206 l. Para llegar a tiempo: apuntes sobre la regulación del financiamiento político en América Latina En la medida en que los subsidios indirectos se pagan en especie, su valor es muy dificil de establecer en 1nuchos países. Debe notarse, sin e1nbargo, que en el contexto latinoamericano, al menos la utilidad de los subsidios indirectos para los actores polí– ticos tiende a ser ,nás bien litnitada. Los efectos de los beneficios impositivos para las donaciones están limitados por la b¿~ja efectividad de los sistemas de recaudación de impuestos en la región. As imismo, el acceso a los medios de comunicación estatales, particulannente a la televisión, tiende a ser irrelevante en vista de la baja audiencia que tales 1nedios generahnente tienen en A1nérica Latina. ¿Qué sabe1nos sobre los efectos del financiami ento estatal para partidos y candidatos? La respuesta a esta, pregunta es extremadamente compleja, habida cuenta de la heterogeneidad de los mecanismos de subsidio y su imbricación con la estructura institucional que les rodea, que condiciona sus efectos. Pese a eso, la evidencia disponible tiende a 1nostrar tres cosas: Los subsidios estatales tienen un efecto bastante limitado en el control de las prácticas cuestionables de financiatnicnto poHtico. Las experiencias de Canadá y casi toda Europa Occidental sugieren que los subsidios estatales pueden efectivainente reducir el peso de las grandes donaciones privadas en las finanzas partidarias. Sin embargo, esto es el resul– tado de la presencia de una compleja combinación de factores institucionales (ca1npañas cortas, restricciones a la emisión de publicidad electoral, incentivos fiscales pm·a las do– naciones pequeñas, etcétera), antes que de la simple disponibilidad y generosidad de los subsidios públicos. Aún más, la lista de países en los que la existencia de generosísimos siste1nas de subvención ha sido totahnente incapaz de evitar graves irrebTt.tlaridades en el financiatniento político incluye a Israel, Francia, España, Italia, Austria y Alcrnania 1 •1<,_ El financiamiento público puede tener y usualmente tiene un efecto equilibrador de la co1npetencia electoral. No existe evidencia alguna de que, cotno lo sostienen algunos criticos, el financiamiento estatal tienda a osificar el sistema de partidos. Por el contra– rio, la información disponible sugiere que los sistemas de subsidio tienden a favorecer a los partidos pequeños y que, en algunos casos, son decisivos en las pos ibilidades de cornpctir de partidos y candidatos sin vínculos cercanos con los sectores crnprcsaria– les. En Atnérica Latina, en particular, el financiamiento estatal suele ser casi la única forma de equilibrar el desproporcionado peso de pequeños círculos empresariales en las finanzas partidarias 147 • Cuando los subsidios se entregan a los partidos y en particular cuando los desetnbol– sos se hacen anuahnente, los fondos estatales pueden tener un efecto ostensible en el crecimiento y robus tecimiento de las estructuras partidarias. Aunque este efecto "bu– rocratizante" ha sido impugnado en algunos contextos desarrollados co1no un signo de debilitamiento del poder de los mie1nbros sobre la dirigencia partidaria, en el caso de la tnayoría de las de1nocracias en América Latina, el fortalecimiento de las estructuras partidarias es, tnás bien, una necesidad sisté1nica de la 1nás alta importancia. 146 14': Véase, entre muchos, "European Politics Plagued by Funding Scandals", The Guardian, 4 de di– ciembre de 1999; Blechinger y Nassmacher (2001), pp, 178-180; Galiardo y Berbell ( 1995); Rhodes (1997); Pttjas y Rhodcs (1998); Pu l:,:cr (2001 ), pp. 31 y 32. Casas Zamora (2003) y (2005).
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