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130 7. La eficacia simbólica en la fundamentación constitucional del sistema electoral ta se reflejaran en la regulación de los partidos, en forma tal que permitieran "regular" el paso de un s istema bipa:rtidista hacia uno pluripartidista. El análisis adelantado para estos efectos partió de la base de que no era necesario in– corporar variaciones funda1nenlales en el procedi1nienlo existente para la elección de congresistas y en general de cuerpos colegiados, por cuanto se sabía que dicho sistctna garantizaba la promoción del pluripartidismo, puesto el esquema pluripersonal o por listas y proporcional, así fuera a una sola vuelta, estaba diseñado para favorecer el pluripartidismo. No sucedía lo 1nismo con el proceditniento consagrado para la elección de presidente de la república, que al ser unipersonal, 1nayoritario y a una vuelta, no cabe duda de que eslaba concebido para favorecer la existencia y pennanencia de los dos grandes parti– dos tradicionales (Libera] y Conservador), es decir, el esquema bipartidista. Por tanto, era allí donde se hacía necesario adoptar alguna 1nedida audaz que permilie– ra el florecitni ento del p1uripartidisrno. No podía tnodificarse el procedimiento tmiper– sonal y mayoritario por pertenecer a la esencia misma de la elección presidencial en un siste1na de gobierno como el de Colo1nbia. Sin etnbargo, se introdujeron dos variaciones bien importantes: (i) Por una parte, se 1nengu6 el esque1na unipersonal mediante la itnplantación del sistema ele fónnula en virtud de] cual se vota en una rnisma papeleta para presidente y vicepresidente, sin que exista nonna alguna que obligue que am– bos candidatos pertenezcan al mismo partido político, con lo cual se supone, que en c1 momento de integrar la fónnu1a, el candidato puede optar por es– coger a alguien de otro partido o gntpo político, pennitiendo que se amplíen las posibilidades de negociación entre partidos y gn1pos que de otra manera carecerían de toda posibilidad de participación. (ii) En segundo término, se establece el sistetna a dos vueltas entre las dos fónnulas con mayor votación cuando ninguna de ellas obtenga en la pri– mera vuelta más del 5 l ¾> de la votación. Esle 1necanismo, igual que el anterionnente explicado, debe pcnnitir que los pequeños partidos y gru– pos mantengan su vigencia electoral, por la posibilidad de intervenir en negociaciones con representantes de las fónnulas que obtuvieron la mayor cantidad de votos, quienes segununente acudirán a ellos en busca de apoyo político, con el fin de lograr la victoria en la segunda ronda o vuelta. Histórica y doctrinariatnente, estos dos esquemas favorecen el surgirniento y estable– cimiento de parlidos y grupos diferentes a los que lradicionaltnente conformaron el bipartidis1no, pues e1 siste1na está concebido para que se presenten coaliciones pro– gramáticas en la segunda vuelta, dando con ello impulso e importancia a los partidos y grupos minoritarios. Queda por verificar si el esquema propuesto para Colombia ha dado el resultado que de él se esperaba, es decir, si a partir de las nuevas dispos iciones cons titucionales

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