Violencia y discriminación contra las mujeres Mujeres plenam

12 Mujeres plenamente capaces, re tos a la ígua/dad de género en el siglo XXI (el reconocimiento formal de los derechos de las muj eres en condiciones de igualdad) puede considerarse ganada, al menos en lo fundamental. No obstante, estas luchas en el papel y en la forma jurídica no han logrado transformar plenamente la rea lidad que viven las mujeres. Las condiciones en que se encuent ra n muchas de ellas no reflejan caba lmente los mandatos que globalmente y naciona lmente han sido adoptados. El siglo XXI plantea el reto de asegurar el goce efectivo de los derechos. No basta con que las normas exijan igua ldad de trato a las mujeres en el ámbito laboral, cuando permanentemente siguen teniendo salarios menores y jornadas más largas, que incluyen trabajos propios de la economía del cuidado, no remu– nerados. No basta con que las normas reconozcan igualdad a la mujer en mate– ria de libertad sexua l, cuando muchas estructuras socia les y culturales impiden, de facto, que ta l libertad pueda ser plenamente disfrutada y gozada. El reto del siglo XX fue el de acabar con los límites y discriminaciones forma les, incrustadas en los regímenes j urídicos. En el siglo XXI, cuando buena parte de ese propósito se ha logrado alcanzar, la tarea pendiente es hacer rea lidad estos mandatos; lograr implementarlos en la real idad y convertirlos en parámetros que en efecto guíen el quehacer del día a día de las muj eres y de las personas que interactúan con el las. Mientras que el siglo pasado supuso el fin de los prejuicios en contra de las mujeres en el papel y el reconocimiento pleno de su dignidad y capacidad como ser humano, el presente siglo supone el reto de asegurar que las mujeres, en efecto, ejerzan y disfruten de sus derechos, pudiendo llegar a ser lo que de– seen ser. Esta es la idea que vengo a exponer el día de hoy. El reconocimiento de los derechos de las mujeres, con ciertas excepciones, ya se dio en el papel, en términos generales; el reto que enfrentamos ahora, es transformarlos en una rea lidad, en la manera de vivir. A conti nuación abordaré la cuestión en t res momentos. Primero haré una alusión al origen y la génesis del prejuicio y, en segundo términos, indicaré la importancia de hacer tal aproximación. A cont i– nuación sostendré, de la mano de la aproximación actual a los derechos huma– nos y fundamentales, que la principal preocupación es lograr materialmente, no sólo formalmente, acabar con la aplicación y la influencia del prejuicio de la supuesta incapacidad de las mujeres.

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