Informe final de la Comisión de la Verdad, sobre los hechos del Palacio de Justicia
Jorge Aníbal Gómez Gallego, José Roberto Herrera Vergara, Nilson Pinilla Pinilla 471 la acompañaban. Norma se levantaba a las 5 de la madrugada y trabajaba hasta las 8 de la mañana. Desayunaba, sacaba el carro del garaje, arreglaba a su nena y salía con su hermana y la niña a repartir los pedidos del norte y del centro, dejando como trayecto final la ruta al Palacio de Justicia. Los planes inmediatos estaban cristalizados en el establecimiento de su propia industria. Amparo relata con gran nostalgia que la pastelería se iba a llamar NEF, las iniciales de su nombre. Norma se encontraba empeñada en con- tinuar trabajando en su casa hasta lograr el capital necesario para comprar un horno grande en remplazo del horno casero. El recuerdo palpitante y travieso de Norma se plasma en una pequeña criatura, crespa y rosada con sus ojos grandes y brillantes: Dévora. La nena nació en Orlando (Florida) cuando Norma viajó a Estados Unidos. Sus padres la enviaron con unos familiares que residen en el país del norte y allí Norma estudió inglés y vivió durante tres años. Conoció durante su estancia en el exterior al que sería el padre de su hermosa pequeña y regresó al hogar en diciembre de 1983 en vuelo Avianca, recuerda su hermana, quien no olvida ningún detalle referente a Norma. En el rostro de Amparo se refleja la angustia y la soledad, en las oraciones de su madre, la fe en Aquel que no olvida a sus ovejas, en la faz de la pequeña la inocencia y la belleza de mamá Moma . La vida espiritual de Norma estaba consagrada a la oración. Pertenecía a una cruzada cristiana y se reunía con su grupo todos los sábados. Su madre, su hermana y su pequeña asistían también. Los miércoles se congregaban vez al mes y ayunar. Norma no se retira de su mente. Lo único que le pido a Dios es que perdone a todos los militares que tomaron el Palacio. Los militares se amparan por medio de sus armas… se creen los reyes del mundo por sus balas, por el fuego que causan. Pero son cobardes e inhumanos. Tienen a personas inocentes. Yo sé que mi hija está viva, nunca la he sentido muerta…mi instinto de madre me dice que Norma está viva. Sin embargo, el castigo de Dios existe. Él repudia la tortura. En la cafetería del Palacio de Justicia, doña Elvira encontró la cartera de su hija con la billetera, más ningún documento de identificación se encontró allí. No estaban ni las llaves de la casa, ni la carta de propiedad del carro, ni su cédula, ni el pase, ni la tarjeta llavebanco de Granahorrar, ni su agenda. Sólo se encontró una receta médica de la niña, la chequera del Banco Cafetero y
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