Informe final de la Comisión de la Verdad, sobre los hechos del Palacio de Justicia

Jorge Aníbal Gómez Gallego, José Roberto Herrera Vergara, Nilson Pinilla Pinilla 469 cuent no, nada le importa”. El padre de los niños se desvinculó totalmente del hogar y dejó a Glo- ria completamente sola, sin pasarle ningún centavo para su sostenimiento y educación. Por esta razón ella trabajaba sin descanso ni alivio, ya que su mayor ilusión era “sacar sus niños adelante y poderlos mantener decentemente”. Gloria sentía especial inclinación por su hijo Carlos Andrés, ya que era el único varón y “el que la sostendría cuando fuera mayorcito”. La niña mayor, Maritza, es la más afectada por la desaparición de su mamá. Se ha visto enferma del corazón, y su tía Deyanira la ha tenido que llevar al hospital varias veces. Gloria Marcela, la menor, le dijo un día a su tía: “Como ya mi mami está muerta, entonces le podemos decir a sumercé ‘mamá’, y a mi tío, ‘papá’?”. Deyanira Lizarazo no sabe qué hacer en esta situación. Ella es casada y tiene dos niñas; su esposo sostiene desde el día de la tragedia a los niños de su cuñada y lo hace sin protestar y con todo el c el salario no le alcanza para cubrir todos los gastos, ya que tienen que pagar el arriendo, el colegio de las niñas y sostener un hogar que hoy conforman ocho personas. Por ahora no existe problema para el estudio, ya que todos los hijos de Gloria están cursando su primaria. Pero la niña mayor entra el otro año a primero de bachillerato y conseguir un colegio oficial es muy difícil. Deyanira ha pensado repartir sus sobrinos entre los demás hermanos, ya que aunque el corazón de su marido y el de ella misma es muy grande, la situación no puede prolongarse por mucho tiempo. El escepticismo y la desesperanza se han apoderado de los familiares de Gloria quienes la lloran y recuerdan ahora en la tumba o fosa común donde piensan que fue a parar lo que quedó de su cuerpo, ya que ninguno pudo reconocer ningún detalle o indicio que les llevara a pensar que era ella, o el cadáver de ella lo que examinaron. “Nosotros ya no confiamos en que ella viva. Ha pasado mucho tiempo sin tener noticias de su rastro. Es inútil esperar. Les hemos insinuado a sus hijos que Gloria se encuentra en la fosa común. Vamos todos al cementerio a visitarla y a llevarle flores”. El año pasado fue demasiado trágico para la familia Lizarazo: ya me anota , “no puedo hacer nada más. El mismo año a mi hermano lo mató un carro en Cúcuta; a mi sobrino, que estaba en la Policía, también lo mataron y se murió mi abuelita. Con todo esto y la desaparición de Gloria, mi mamá se enfermó y nos tocó enviarla a Cúcuta a que se aliviara de tanto infortunio”.

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