Informe final de la Comisión de la Verdad, sobre los hechos del Palacio de Justicia
Informe final de la Comisión de la Verdad sobre los hechos del Palacio de Justicia 468 es una vergüenza que en más de 20 años un golpe a una de las tres ramas principales del Estado, la justicia, aun no sea esclarecida. Hoy, haciendo mi internship fuera de Colombia, para graduarme en consultoría de proyectos internacionales conforme los Objetivos del Milenio de la ONU, (incluye la justicia) es increíble ver que el caso ahí va, progresando lento, pero que el Estado por sí solo no ha podido. ¡Qué vergüenza! De todas formas yo siempre he estado rodeado del amor de la familia, del lado paterno, de mi madrastra y de mi media hermana, y del materno, aunque existen rupturas entre éstos, ya que no todos podían aceptar que a mí me hubieran alejado de Colombia, pero todo vuelve a su origen. Hoy todavía no sé si tendré la verdad o a ella. Porque en su sufrimiento sé que ella anhelaba por mí, y esto me obliga a creer que habrá verdad o justicia, a seguir siendo bueno para enorgullecerla, así el país me haya fallado, demostrándome que los intereses de pocos con poder prevalecen sobre la justicia y la realidad, y que Colombia está muy lejos de la Gloria, mi Gloria. Gloria Stella Lizarazo Figueroa Somos de una familia pobre. Gloria trabajaba porque lo necesitaba. Tuvo cuatro niños y hacía como tres años laboraba en la cafetería del Palacio de Justicia, era de las más antiguas. Gloria salía para irse al tra- bajo; dejaba solos a los niños cuando mi mami no podía ir a cuidarlos. Les dejaba preparado el almuerzo y ellos calentaban cuando llegaban de estudiar. Mi hermana llegaba por la noche a hacer oficio: lavar, planchar y hacer la comida. Ella era una mujer muy seria, dedicada completamente al hogar; vivía prácticamente para trabajar y así poder mantener a sus cuatro hijos. No le quedaba tiempo libre en el que pudiera disfrutar del descanso. Tal como la describe su hermana Deyanira Lizarazo Figueroa, Gloria Stella es una mujer noble, trabajadora incansable y una persona muy sufrida. Desde muy joven se incorporó a la vida laboral haciendo los más diversos oficios. Casada a los 14 años con Ernesto Casallas en su tierra natal, Bo- yacá, en la parroquia de Panqueba, tuvo Gloria un matrimonio fugaz: su esposo la abandonó al año siguiente. Dos años después, Gloria encontró a Carlos Ospina, con quien convivió durante un largo período y con quien tuvo cuatro hijos: Maritza, de 13 años; Diana Soraya, de 9; Carlos Andrés, de 8, y Gloria Marcela, de 7. “El es un hombre indiferente, despreocupado
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