Informe final de la Comisión de la Verdad, sobre los hechos del Palacio de Justicia

Informe final de la Comisión de la Verdad sobre los hechos del Palacio de Justicia 466 que los movieran y no sé qué pruebas tengan o en qué se están basando los informes y los militares para decir que murieron”. Doña VivianaMora de Anzola, madre de Gloria, ha intentado averiguar por sí misma, en los altos y bajos mandos del Ejército, se ha infiltrado en los rumores populares, ha ensayado indagar en tabernas y cafés o en la mente de algún vidente, indicios que puedan descorrer el oscuro velo de los hechos. Ella recuerda a su hija en todo momento. El instante en que se borra un poco de su memoria es cuando duerme. Doña Viviana tiene una imagen fija en su mente, que no se escapa ni por un segundo. La sombra de su hija aparece ante sus ojos prisionera, triste y pensativa. Doña Viviana se enfermó de gravedad a raíz de los acontecimientos. Como a los 15 días de haber desaparecido su hija sufrió un precoma dia- bético. Tuvo que estar hospitalizada en diciembre. Sus hijas resolvieron que la mejor manera de mitigar el dolor de su madre y el de ellas mismas al verla sufrir tanto sería enviarla a Estados Unidos por un lapso conside- rable. Doña Viviana acepta que esas “vacaciones” le subieron el ánimo y le ayudaron a asumir su pena con valor y entereza. “Estoy en las iglesias pidiéndole a Dios paciencia y resignación. Creo que después de Dios no hay nada. Yo iba por la calle llorando… siempre. Lo menos que pensaba la gente es que estaba loca. De pronto salía de la casa, llegaba a la esquina y me ponía a llorar… lloré tanto que los ojos se me secaron y ahora tengo que usar lágrimas de cristal”. En el rostro sereno y sabio de doña Viviana han hecho mella esas lágrimas que aún derrama y que lavan su alma y ojalá pudieran lavar este gran atropello contra la dig- nidad humana. Gloria se encontraba ejerciendo su carrera como abogada; aunque desde el nacimiento de su hijo se dedicó más al hogar. Antes de salir de su casa dejaba siempre todo arreglado y el almuerzo ya preparado y listo para cuando llegara su esposo a las tres o cuatro de la tarde. Luego dejaba al pequeño en e l día de la toma Gloria alcanzó a estacionar su carro, dejarlo con llave e incluso dejó el saco y la silla pués pasaba de nuevo por su hijo e iban adonde su mamá. Gloria primero almorzaba en casa de su madre, donde no comía mucho porque siempre se preocupaba si su marido no la encontraba al llegar del trabajo. A él no le gustaba almorzar solo, entonces Gloria se despedía pronto y se iba a almorzar con él.

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