Informe final de la Comisión de la Verdad, sobre los hechos del Palacio de Justicia
Jorge Aníbal Gómez Gallego, José Roberto Herrera Vergara, Nilson Pinilla Pinilla 465 Ahora Pilar prefiere huir del recuerdo hiriente e imborrable. Toma un curso de contabilidad y espera conseguir un trabajo donde no la exploten, como le ocurrió una vez cuando ni siquiera le pagaron. Su suegra costea el estudio de sus tres hijas mayores y todas viven de lo que la costura produce a su madre, quien ya se encuentra muy cansada y con los años a cuestas. El futuro es incierto para las que día a día esperan el retorno de quien salió sin dejar huella. Gloria Anzola de Lanao Bajo el sol no hay nada oculto. Está más que comprobado con las averiguaciones, pesquisas, informaciones y rumores que Gloria Anzola salió viva del Palacio de Justicia. A nosotros nos hicier qu e no pudieron ser de personas que desearan tomarnos del pelo; puesto que nuestro número telefónico no figura en el director . Las personas que las hicieron se encontra- ban muy seguras de lo que decían: que Gloria estaba en el Cantón y que la estaban torturando. Sin embargo, a la hora de declarar todos tienen miedo. Las Fuerzas Militares se han dedicado a cerrarnos las puertas, negando que puedan tener a alguna persona; pero entonces por qué no nos han dejado entrar a todos, ¿de dónde hemos recibido información de que ellos podían estar?, ¿por qué interceptan los teléfonos…? El interrogante se lo hacen Consuelo Anzola y todos los familiares de Gloria. Ellos no han cesado en su búsqueda hasta ahora infructífera. “Como le digo, sólo tenemos rumores, pero nadie se atreve a asegurarnos nada porque… porque la gente tiene miedo. Es que parece que en este país lo más espantoso que existe son las Fuerzas Militares”. “Como la oficina de mi hermana queda cerca al Palacio, guardaba el carro allí. No sé si eso sea un delito aquí y por eso desaparezcan a la gente…”. Desde el día que Gloria desapareció, su esposo Francisco, sus hermanos Consuelo, Esperanza y Óscar han removido todo escombro. El día en que corrió el rumor de que una mujer pedía auxilio en el interior del Palacio, Francisco llevó una linterna y con su cuñada escudriñaron el más ínfimo escombro, metiéndose hasta en los tanques; todo en vano. “Personalmente
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