Informe final de la Comisión de la Verdad, sobre los hechos del Palacio de Justicia

Informe final de la Comisión de la Verdad sobre los hechos del Palacio de Justicia 464 que con gran esfuerzo lograba saludar al vecindario a pesar de que cuenta con numerosos amigos. Los seis vivían con la MamáTeita mento en Soacha, perteneciente al papá de Pilar, quien les cobra una módica suma por el arriendo. En el barrio, Jaime era muy conocido, ya que así él llegara cansado de trabajar, nunca se negaba si era requerido para algún menester. Sin embargo, a pesar de contar con innumerables amigos y co- nocidos, Pilar deseaba cambiar de residencia para que las niñas crecieran en un ambiente sano y diferente al que ella conocía. La gran sorpresa reservada por Jaime para el cumpleaños de Pilar era la casita que iba a conseguir. “Aunque él no quería cambiarse de casa, yo le insistía tanto que un día me dijo que tenía reservada una sorpresa para mi cumpleaños. Yo sé que era lo de la casa”. Lamentablemente llegó el cumpleaños lleno de dolor y nostalgia por el oscuro destino de Jaime, destino que partió en dos la vida de Pilar y sus hijas. “Para mí es realmente imposible creer que aún se encuentren con vida, pero sí estoy segura de que salieron con vida del Palacio de Justicia. No espero que encontremos los cuerpos, ni que me den plata para mí o las niñas, por la muerte de su padre, espero que alguien aclare la verdad de lo sucedido, establezca qué pasó con los desaparecidos”. Recobrando un poco del optimismo perdido, el rostro de Pilar se ilumina y se agrandan esos ojos azules, que fueron tal vez los que cautivaron a su esposo y que heredaron tres de sus pequeñas, al decir: “Cuando a uno se le muere un ser querido, se siente vacío y yo nunca he sentido a Jimmy muerto. Siento como si él estuviera viajando y fuera a llegar un día cualquiera…”. La hija que él más quería era Steffany, quizás por lo que deseaba un hijo varón y estaba seguro que lo que Pilar daría a luz en esa tercera oportunidad sería un hermoso pequeño. Al ver a la gordita y morena Steffany ambos son- rieron al saber que era una niña. Tenía los rasgos del papá; su tez, sus ojos, su pelo, todo. Steffany estuvo enfermita mucho tiempo, y Pilar piensa que su esposo le tomó más cariño por eso. Se la pasaba con ella en el hospital y casi nunca se soltaban. Precisamente el día de la toma, Jaime llevaba en el bolsillo de su camisa una fotografía de su hija y unas sobrinas, en la que ellas aparecían disfrazadas, ya que las niñas eran la atracción del barrio en el día de las brujas, no por lo feas, sino por el contrario, por su exitosa belleza, resaltada por los atuendos que les hacía su abuelita. “Me imagino lo que debe estar sufriendo Jimmy, si aún estaba vivo, viendo el recuerdo insistente de su hogar”.

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