Informe final de la Comisión de la Verdad, sobre los hechos del Palacio de Justicia
Jorge Aníbal Gómez Gallego, José Roberto Herrera Vergara, Nilson Pinilla Pinilla 461 fue otorgado en contrato para responsabilizarse de la atención, manejo y dirección de la cafetería-restaurante del Palacio de Justicia. Su esposa y él se vincularon de tiempo completo a la atención y funcionamiento de este establecimiento. Cecilia atendía la caja y Carlos administraba la cafetería. El 2 de octubre de ese año nació la primera semilla del matrimonio y ella se vio obligada a abandonar su trabajo por poco tiempo, según pensaba. Esta circunstancia hizo que la licenciada en ciencias de la educación Cristina Guarín, conocida de la familia y amiga de los Rodríguez, reemplazara a Cecilia en la cafetería por un breve período, lo que a la postre le significó su desaparición. Carlos Augusto tenía cifradas sus esperanzas en la culminación de su carrera de derecho y en llegar a ser un buen empresario, buscando siempre el bienestar de toda su familia, sin menoscabar los derechos de ninguna persona. Sus ilusiones se proyectaban al futuro, prometedor pero ilusorio. Nuestro dolor más grande es pensar lo que Carlos estará pensando ahora de su familia. Lo dice con voz trémula y cortada por el llanto, su padr es que en su soledad, en la privación, en la miseria en que los deben de tener sometidos, Carlos creerá que lo hemos abandonado. Si pudiera oír mi mensaje de aliento, le diría que estamos y estaremos con él, lucharemos por recuperarlo vivo o muerto, ese es nuestro propósito. Estamos aquí con los brazos abiertos esperándolo todos los días. Luz Mary Portela León Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. Sermón del monte Noviembre 6 de 1985: día trágico e inesperado. A las seis de mañana saliste de casa a cumplir con tu deber como persona responsable, a reemplazar en la tarea diaria a tu madrecita que se encontraba en- ferma; te despediste de mí y de tus hermanos y mi corazón de madre no advirtió que te ibas y quizás para siempre. Tres días de inmensa tristeza y angustia, pues no volviste; pero en mi alma, hija querida, vivirás para siempre. Te he esperado día a día; removí escombros en el Palacio destinado al culto de la justicia, he tocado a todas las puertas
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