Informe final de la Comisión de la Verdad, sobre los hechos del Palacio de Justicia

Jorge Aníbal Gómez Gallego, José Roberto Herrera Vergara, Nilson Pinilla Pinilla 459 trotaba, . Se bañó la boca y salió para su trabajo vestido con un pantalón de pana beige , camisa de manga corta de cuadros pequeños, saco color verde manzana, medias blancas, zapatos negros y su morral de lona donde llevaba su camisa blanca, primorosamente planchada por él mismo; listo para cambiarse en el trabajo. l leva 21 cuando bajó en busca de hilos y escuchó por la radio lo estaba sucediendo en el Palacio. Llegó doña María como a las cuatro de la tarde a su casa y estaban todos intranquilos por la suerte de Bernardo, pero decidieron quedarse en casa porque el tiroteo era tremendo. El doctor Meléndez la llamó esa noche y le dijo que había visto a Bernardo cuando salía del Palacio: “No se afane, que Bernardo llega. Él está entre los eva- cuados que sacaron primero, no se preocupe y espérelo que debe estar por llegar”. El señor Meléndez iba a almorzar al restaurante y conocía mucho a Bernardo; hizo dos llamadas a su casa, una a las 6:30 p. m. y otra casi a las c y me dijo de nuevo que no me preocupara, que Bernardo estaría por llegar”. Sin embargo, a la hora de declarar, el señor Meléndez se retractó ante el juez y solamente manifestó que había oído decir que habían sacado a un muchacho parecido a Bernardo. Esa noche, doña María planchó toda la ropa pendiente, hasta el último trapo que encontró. El 7 de noviembre salieron todos los fami- liares, antes de las 6 a. m. llegaron a la calle 13 con carrera octava donde los detuvo el Ejército. Ninguno pudo entrar a la Casa del Florero. Este día hasta muy entrada la noche estuvieron intentando reconocer los cadáveres y no encontraron nada. De los objetos personales que portaba Bernardo tampoco hubo rastro. Él siempre llevaba un cristo en relieve ligado a una cadena y su reloj Citizen. Un juez de instrucción criminal intentó obligar a la mamá de Bernardo a que reconociera una cadena y un reloj similares a los de su hijo como objetos de su propiedad. Pero la cadena que estaba en una bolsa tenía una serie de cachivaches que Bernardo no tenía en su cadena; además el reloj era marca Orient. Doña María se negó a reconocer tales objetos como los de su hijo. “Nuestra vida durante estos meses ha sido muy agitada; muy triste; pero siempre llevamos la esperanza de que el doctor Umaña y las autorida- des ayuden a aclarar todo esto. Tengo la absoluta seguridad de que mi hijo está vivo, lo mismo que sus compañeros de trabajo. Todos tienen familias honestas, trabajadoras, su único delito es haber trabajado en el Palacio”.

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