Informe final de la Comisión de la Verdad, sobre los hechos del Palacio de Justicia

Informe final de la Comisión de la Verdad sobre los hechos del Palacio de Justicia 438 hechos de ayer. Hoy seguimos sufriendo, junto con el país, aquel holocausto que segó la vida de personas y que fusiló la justicia. Los interrogantes per- manecerán indefinidamente. Lo que sabemos es que hoy, 20 años después, ante la imposibilidad de resolverlos, seguimos luchando por la justicia de la verdad, mientras la realidad de los recuerdos y los sentimientos de lo que ayer vivimos, es la fuerza que nos impulsa a construir un mejor mañana. Fanny González Franco: pionera en la Justicia Por Juan Hernández Sáenz Recia y erguida como las montañas que circundan su tierra natal, pero, al mismo tiempo, adornada con la dulzura de carácter, la simpatía en el trato y la feminidad que identifican a la mujer caldense, Fanny González Franco nació para ser una figura sobresaliente en la comunidad colombiana por la temprana madurez de su brillante inteligencia. Fue la primera estudiante de derecho en la Universidad Pontificia Bo- livariana, donde se graduó con distinción y honores. Ejerció su profesión de abogada con talento, dedicación y decoro ejemplares. Fue juez del trabajo y magistrada de la Sala Laboral del Tribunal Superior de Manizales, donde sus amplios conocimientos jurídicos, su dedicación constante al cumplimiento del deber y su espíritu justiciero y ecuánime le dieron un merecido pres- tigio y respetabilidad entre sus colegas y sus conciudadanos. Tantos méritos y tantas cualidades personales la llevaron a ser la pri- mera mujer colombiana en la magistratura de la Corte Suprema de Justicia, donde tuve el honor de que fuera mi colega en la Sala de Casación Laboral, en compañía de otro mártir y prócer de la justicia, José Eduardo Gnecco Correa, uno de mis amigos inolvidables. Por eso conocí, admiré y admiro la personalidad de Fanny González Franco. Sus sentencias en casación son modelo de pulcritud en el idioma utilizado, la sabiduría jurídica que contienen, el espíritu de justicia verda- dera y no apenas formal y aparente, su apego a la Constitución y a las leyes y la intrepidez honrada de sus decisiones. Participaba con talento y prudencia en las deliberaciones de las salas Plena y de Casación Laboral. Ofrendaron sus vidas Fanny y José Eduardo, en defensa de la honradez, la decencia y el patriotismo, en el horrendo y execrable asesinato colectivo de hace ya veinte años en el antiguo Palacio de Justicia. Quedé solo, para dar testimonio de su grandeza de espíritu y de su admirable valor.

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