Informe final de la Comisión de la Verdad, sobre los hechos del Palacio de Justicia

Informe final de la Comisión de la Verdad sobre los hechos del Palacio de Justicia 430 sin embargo, consciente de que sus puntos de vista innovadores perderían vigencia si permanecía muchos años en el alto tribunal, no por ser los suyos, sino porque la doctrina de un hombre corre el albur de tornarse repetitiva e intrascendente al cabo de un tiempo. Por ello, se había fijado un plazo: ocho años, para dar paso a nuevas ideas, nuevas posiciones, nuevos hombres. Rebasó las fronteras nacionales, fue ciudadano de América Latina. Miembro de la Sociedad Internacional de Criminología, de la Sociedad Internacional del Derecho Penal, miembro de la Comisión Redactora del Código Penal tipo para América Latina y de las sociedades de criminología de Venezuela, Perú y Brasil. Su clamor por la justicia lo vinculó a la causa de los derechos humanos, no solamente con su participación en el Comité Permanente por la defensa de ellos, ya también con sus innumerables escritos, providencias, sabios análisis, certeras investigaciones, en los que evidenciaba la evolución de su pensamiento profundamente progresista. Advertía del progresivo recorte a los derechos civiles y garantías sociales en Colombia y América Latina por parte de las clases gobernantes, del fortalecimiento del poder militar, bien sea mediante un ejercicio abierto, o en forma velada en las llamadas democracias formales, tópicos, en fin, que constituyen no para pocos colombianos el más preciado legado que Alfonso Reyes Echandía dejó al país. Fabio Calderón Botero Por Fernando Garavito El 29 de octubre de 1985, ocho días antes de la tragedia, la Corte Suprema de Justicia dictó la última sentencia de la que fue ponente el magistrado Fabio Calderón Botero. En ella, el alto tribunal precisó las diferencias entre la violación directa de la ley sustancial por falta de aplicación y la violación directa de la ley sustancial por aplicación indebida. El análisis del magistrado fue exhaustivo. Los miembros de la corpora- ción siguieron el discurso de su colega con secreto entusiasmo. En los 118 fallos en los que intervino a partir de 1979, enumerados con minuciosa pulcritud por el mejor de sus biógrafos, Marco Aurelio Quin- tero Machado, el doctor Calderón había señalado de manera invariable sus calidades de expositor, la profundidad de sus conocimientos, el rigor de su pensamiento, la infatigable búsqueda de la verdad, su cristalinidad e imparcialidad como encargado de impartir justicia. Ya antes como juez 5º

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