Informe final de la Comisión de la Verdad, sobre los hechos del Palacio de Justicia
Informe final de la Comisión de la Verdad sobre los hechos del Palacio de Justicia 248 Acerca de los análisis y de la identificación en 1998 y 1999 227. El CTI realizó una primera etapa de análisis al culminar las tareas de exhumación en campo, para lo cual se encargó a la misma persona que había estado a cargo de la exhumación, pero se redujo la cantidad de participantes; a esta situación se sumó la carencia de un médico y de un fotógrafo de manera permanente a lo largo de la diligencia. En ambas etapas, el EAAF participó como veedor de las labores. 228. Con arreglo a los informes emitidos por los miembros del EAAF Darío Olmo, para la fase de campo, y Luis Fondebrider, para la primera fase de análisis, las tareas realizadas cumplieron en términos generales con los objetivos planteados. Sin embargo, a pesar de que se había realizado una o verificada, a la luz de los análisis actuales, dado que se observan carencias en los informes de campo y análisis de los restos. 229. Esta impresión fue corroborada por la persona a cargo de las exhumaciones, quien mencionó la falta de acceso a la información ante mortem , a los protocolos de necropsia, a las actas de levantamiento y demás información que permitiera llevar a cabo una tarea más completa tanto en campo como en laboratorio. 230. A lo anterior debe agregarse que, conforme con lo mencionado por el informe de Luis Fondebrider, se eligieron restos en estado de incineración aunque se hallaran en diferentes niveles de la fosa, lo cual puede considerarse como una estrategia válida, por cuanto se buscaba dar pronta respuesta a las familias. De estos restos, 28 fueron sometidos a análisis genéticos; el “cuerpo” correspondiente al número 81 (el 29º y último analizado) correspondía a restos mezclados de varios individuos. 231. Los cuerpos analizados en esta etapa del trabajo fueron los que se encontraban con huellas de incineración (24) o desarticulados (4). Sin embargo, esa labor no alcanzó a cubrir la totalidad de cuerpos incinerados, ni se analizaron en esta fase los restos de más individuos pertenecientes a los niveles 3 y 4; por lo tanto, la tarea debería haberse culminado en etapas posteriores del trabajo, pero esto no se hizo por parte del CTI. 232. La primera etapa de laboratorio permitió que la mayor parte de los restos incinerados fueran analizados por antropólogos forenses, para luego ser enviados con fines de análisis genéticos. Así, entre esos cuerpos incinerados se logró identificar el cadáver de Ana Rosa Castiblanco, cuyo protocolo de
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