Informe final de la Comisión de la Verdad, sobre los hechos del Palacio de Justicia
Informe final de la Comisión de la Verdad sobre los hechos del Palacio de Justicia 222 155. La situación descrita fue, a todas luces, irregular; en casos en que se conocía la identidad de los occisos se privó a 18 familias de la posibilidad de recuperar los cuerpos de sus seres queridos y de cumplir con su derecho a ejercer los ritos fúnebres. Dichas cifras incluyen a 14 guerrilleros identificados inicialmente; a dos guerrilleros que fueron identificados posteriormente a la in- humación; a René Francisco Acuña, transeúnte fallecido como consecuencia de los hechos, identificado plenamente, y a Gustavo Ramírez, visitante del Palacio cuyo cuerpo incinerado, al parecer, había sido reconocido por su hermana. 156. Este procedimiento imposibilitó la identificación de algunos cuer- pos, y se eliminó así información valiosa que podría haber arrojado luces sobre el paradero de algunas de las personas desaparecidas, como en el caso de Ana Rosa Castiblanco, y también de guerrilleros fallecidos. 157. Pero igualmente grave es que todos estos cuerpos, enterrados con identidad o sin ella, quedaron convertidos en NN, o sea seres sin ningún nombre. Lo anterior significa que no se cumplieron los parámetros y criterios internacionales mínimos existentes en la época en torno a identificaciones y, por lo tanto, tampoco para la entrega de los restos a los familiares de las víctimas; todo esto como consecuencia de la orden de envío de los cuerpos a una fosa común, impartida por el mencionado Juez de instrucción penal militar, al cumplir instrucciones del Comandante de la Policía de Bogotá. 158. La Comisión considera pertinente destacar el caso de alias Violeta , una de las guerrilleras que ingresaron al Palacio, cuyos restos nunca fueron a l igual un duelo no resuelto. 159. La hija de Violeta , quien era apenas una niña de seis años en esa época, tras del evento realizado por la Comisión de la Verdad en mayo del 2009 pidió ser escuchada. En la entrevista, la Comisión registró la dimensión de la tragedia de una familia que se vio privada de su derecho a dar sepultura a su madre, hermana y esposa, como también pudo constatar el sufrimiento silencioso de quienes padecen la estigmatización y la indiferencia, particu- larmente las nuevas generaciones, que no tienen por qué asumir, además de la pérdida de un ser querido, el rechazo de una sociedad con prejuicios y sin espacio para la reconciliación, sumado a que los propios ex integrantes del grupo guerrillero se han mostrado indolentes frente al drama padecido por familiares de personas fallecidas que pertenecieron a esa agrupación subversiva.
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